1 junio, 2016 por Koldo Gutiérrez
Descubriendo estrellitas
Una de las cosas más maravillosas que me han pasado a lo largo de todos estos meses en los que me he dedicado a leer y a conocer, pero sobre todo a escribir, ha sido descubrir talentos ocultos a ojos de la sociedad. Personas que, como yo, desatan su pasión por la escritura siempre que pueden. Personas con diferentes orígenes, formaciones, experiencias vitales, edades, etc. pero todas ellas con algo en común: una incontenible pasión por la vida que se desborda en versos, fotografías, y música.
El arte es una de las expresiones más humanas que existen. Por tanto, no es de extrañar que todos aquellos que sintamos pasión por expresar sentimientos, sensaciones, experiencias, vivencias, o mundos imaginarios que ojalá en muchas ocasiones tuvieran la oportunidad de cobrar vida e iluminar nuestros días con su magia y su inocencia, nos sintamos a su vez genuinamente conectados.
Una de las personas que han aparecido en mi vida de forma inesperada ha sido mi ya amiga Tere. Una mujer valiente y con una vida apasionante, una persona que siempre ha tratado de ser justa y fiel a sí misma, a pesar de todos los pesares que una vida intensa como pocas.
Coincidí con Tere un día de paseo, gracias a su hermano David, otra buena pieza de este inmenso y apasionante mundo. Ella estuvo muy interesada en una serie de fotografías de las que habló con fuerza (casualidad que precisamente hoy sea yo quien esté interesado en adquirir mi primera pieza de arte, una fotografía de un artista novel). Desgraciadamente, nuestra conversación no pudo durar mucho, aunque fue suficiente para que me desvelara su mejor talento: hervir agua.
A Tere se le olvidó decir que también sabe hervir palabras a la perfección. Pero no le culpo por ello. Según me confesó a posteriori, se le había olvidado que sabía hacerlo tras incontables meses tras demasiados años de una vida intensa llena de verdades y poco maquillaje.
Sin embargo, bastaron minutos para echar abajo ese sólido olvido. Tere ha vuelto a escribir, y eso me hace muy feliz, porque sobran oídos en este mundo para escuchar lo que Tere tiene que contar.
Ayer tuve una idea que no tardé en compartir con Tere y que (te lo agradezco infinito) no tardará en ver la luz en este mismo blog. Estoy encantado de anunciar que iré colgando algunas poesías en la que hemos trabajado de manera conjunta Tere y yo.
Estas poesías han nacido en la preciosa cabecita de mi amiga y, por tanto, son crudas y reales como sólo una persona llena de experiencia y vivencias como ella sabe contar. Supongo que algunos pensarán que éstas son poesías no aptas para menores de 18 años. Yo creo que no hay ningún sentimiento puramente humano que deba recibir semejante descalificativo más allá de la violencia, el odio, la intolerancia o la connivencia con la muerte. Basta con encender la televisión para comprobar que vivimos en un mundo demasiado hipócrita para este que aquí habla, en esta tribuna de libre pensamiento.
Además de a mi querida Tere, he tenido la fortuna de conocer otros artistas más jóvenes que yo, personitas preciosas como Julen o Noelia. Es maravilloso ver la esperanza que representáis, la que yo hace no tanto tiempo representaba y que en demasiadas ocasiones es considerada como algo inútil. Sed tan inútiles como podáis, lo estáis haciendo a la perfección. Seguid vuestras pasiones y dejad volar vuestro espíritu. Sed coherentes y aprended, y nunca dejéis de disfrutar de lo que hacéis. Si os ocurre justo eso, no os hace falta más pista para comprender que hay algo que no está funcionando.
No quisiera despedirme hoy sin agradecer todas las preocupaciones que tantos y tantos de vosotros me habéis expresado en relación “al riesgo que estoy tomando al hacer lo que estoy haciendo”. Se refieren a escribir. Se refieren a que me haya atrevido a regalarme esta preciosa oportunidad de experimentar con un talento latente y que espero lata con fuerza pronto. Gracias, de verdad. Sé que os preocupáis por mí, y sé que me deseáis el mayor de los éxitos en esta vida. Pero dejadme que os explique una cosa: el éxito no tiene una única acepción. Tal vez sea precisamente ese éxito lo que estoy persiguiendo con todo este tinglado que he montado, un éxito que en estos momentos se traduce en varios conceptos muy simples: haberme atrevido a intentarlo, haber dejado atrás (o al menos de lado) los miles de demasiados miedos que siempre me han acompañado respecto a todo lo que narro, cuento y digo en mis poemas, y saber del orgullo que mi familia y mis amigos sienten por mí, a pesar de sus dudas iniciales, de sus “yo no lo hubiera hecho” o “yo lo hubiera hecho de manera diferente”, e incluso de las miradas de pavor y de desaprobación a las que injustamente muchos les someten cuando comparten mi viaje con ellos. A todos vosotros, gracias por vuestra preocupación. Se agradece.
Por cierto, ya he llegado a entender qué quiere decir eso de “valiente”. ¿Es algo así como un “gracias por mostrar el camino”?
Se os quiere y aprecia, lectores, escuchantes, o como dicen otros artistas del todo, invisibles. Por favor, dejad vuestros comentarios.